Era un día de Junio, hacía un calor insoportable, trabajabamos en una carretera que estaba cortada por obras.
Aquel día me quedé merendando sólo bajo un chaparro. De pronto escuché un chillido y me asusté. Al girarme vi cómo una culebra asfixiaba un conejo y pensé: qué manera más sencilla de supervivencia.
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