miércoles, 22 de diciembre de 2010

Párpados. Juan Francisco Castaño

Todo sucedió muy rápido, fue escuchar el anuncio de los niños y el sólido suelo se convirtió en una mágica cama elástica pues todos saltábamos sin esfuerzo, tapones de corcho despegaban de sus botellas dejando escapar cientos de burbujas que a borde del cava terminaban en unas bocas secas por la emoción de donde pasaban a suavizar gargantas irritadas por alegres cánticos de escasa entonación. Abrazos, besos y felicitaciones en general se sucedían como si de una boda se tratara, y también algún pellizco que otro para asegurarnos de que no era un sueño, en nuestros rostros expresiones tan reveladoras y elocuentes que sugerían incluso con los párpados echados, que por fin, que ya era hora, que gracias a Dios nos había tocado el gordo.

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